

La partida física del Papa Francisco conmocionó al mundo, pero en su tierra natal, Argentina, el impacto es aún más profundo. Desde el espacio político Principios y Valores, que conduce Guillermo Moreno, las expresiones de dolor se combinaron con un fuerte compromiso por mantener viva la llama del pontífice argentino, cuya figura —afirman— encarna como ninguna otra el espíritu de la justicia social que inspira tanto al Evangelio como al peronismo.
Lucila “Pimpi” Colombo, presidenta del partido, reivindicó al ex arzobispo de Buenos Aires como “el Papa de la Justicia Social”. “Francisco fue y será el símbolo de un mensaje eterno: la dignidad del trabajo, el valor de la familia, la defensa de los más humildes y el amor como principio de organización comunitaria. No fue un Papa más: fue el que vino a recordarnos que la política es, como decía él, la forma más alta de la caridad. Y lo hizo sin estridencias, con humildad, pero con una claridad admirable”, sostuvo.
A su vez, el dirigente sindical Raúl Vázquez, candidato a legislador por la Ciudad de Buenos Aires y referente gremial del espacio, lo despidió con palabras cargadas de emoción: “Se nos ha ido nuestro Jorge Bergoglio. Un argentino que llevó la argentinidad al mundo con austeridad y sentido común. Ha sido una figura que enfrentó al poder dentro y fuera del Vaticano, vivió con libertad, con coherencia, con el pueblo. Creo que va a quedar entre los mejores papas de la historia, junto a Juan Pablo II. Hizo el bien, y eso es lo que lo define”.
Vázquez también destacó el rol transformador del pontífice en el contexto actual: “La enorme tarea que cumplió el Papa en el nacimiento de este nuevo mundo, con la recuperación de los valores nacionales, los valores de la familia, de la espiritualidad, rompiendo con el dañino individualismo que instaló la globalización, será recordada como una de las mayores contribuciones a la humanidad desde la fe y la razón”.
Desde el mismo espacio, Nydia Lirola —candidata de Principios y Valores en la Ciudad— también sumó su reflexión, subrayando la profundidad del mensaje papal frente a los desafíos contemporáneos. “Su papado se desarrolló en un tiempo en que el globalismo económico y el posmodernismo cultural rompían las nociones de Dios, Patria, Comunidad y Familia. En ese contexto ultramaterialista que descartaba a quienes no aportaran materialmente al sistema, Francisco nos enseñó a ver en los chicos y en los viejos —sí, los que el sistema ignora— la verdadera esperanza de la humanidad”, afirmó.
Lirola remarcó que Francisco propuso una nueva forma de mirar al mundo y a la política: “Donde se nos imponía la esfera —donde todos los puntos se pierden en la igualdad— él propuso el poliedro, con sus caras diferentes, únicas, todas importantes. Valoró a cada pueblo como sujeto de la historia, nos instó a hacer política en y para la comunidad, y nos recordó que la familia es el primer lugar de amor y desarrollo personal. Su prédica fue un escudo contra la desesperanza, un llamado a organizarnos, a generar un ‘lío que dé vida’, como decía él”.
Muchos lo bautizaron como “el Papa peronista”, no solo por su origen porteño y su cercanía con los sectores populares, sino por el fuerte alineamiento entre sus postulados y los principios de la doctrina social de la Iglesia —base fundacional de la doctrina justicialista impulsada por Juan Domingo Perón. Francisco predicó con su vida y su palabra la justicia distributiva, el rol social del trabajo, la dignidad humana y el valor de la comunidad organizada: ejes centrales del pensamiento peronista.
Desde Principios y Valores, aseguran que el pontífice argentino dejó una hoja de ruta ética y espiritual que trasciende lo religioso. “Su mensaje no termina con su partida. Al contrario, comienza una etapa en la que su legado deberá inspirar las políticas públicas, las relaciones sociales y la organización comunitaria”, expresó Colombo.
Francisco, el Papa que nunca renegó de sus raíces, que se llamó a sí mismo “hijo de inmigrantes, cura de barrio y argentino”, se convirtió en una figura universal. Pero para muchos peronistas, será recordado como lo que fue en esencia: el Papa de la justicia social, el pastor de los descartados, el profeta de los trabajadores y el faro moral que supo gritarle al mundo que sin amor, sin comunidad y sin justicia, no hay futuro posible.