Otros | 17 nov 2024
Educación
La polémica por los libros en las escuelas bonaerenses dejó al descubierto la falta de un criterio unificado y serio para definir contenidos y objetivos educativos
LEa trabajadora social y docente María Virginia Calvo reflexiona sobre el manejo adecuado de los contenidos pedagógicos y la importancia de establecer protocolos claros en el sistema educativo
En medio de la controversia generada por la distribución de libros del catálogo Identidades bonaerenses en las escuelas de la provincia de Buenos Aires, la trabajadora social y docente María Virginia Calvo reflexiona sobre el manejo adecuado de los contenidos pedagógicos y la importancia de establecer protocolos claros en el sistema educativo
Los textos, distribuidos en 2.350 escuelas secundarias y 443 técnicas bonaerenses, incluyen obras como Cometierra, de Dolores Reyes, y Las primas, de Aurora Venturini, que fueron cuestionadas por su contenido explícito. La situación escaló judicialmente con la denuncia de la Fundación Morelli contra el director de Educación bonaerense, Alberto Sileoni, por presunta “difusión de material pornográfico a menores”.
Calvo plantea que estos textos, si bien son valiosos desde una perspectiva literaria, no están pensados para lecturas grupales en el aula. “En este caso falló la comunicación. Debería haberse sido más preciso en la forma de presentar estos libros. Los y las jóvenes pueden adquirirlos en bibliotecas públicas o librerías sin ningún obstáculo, lo cual está bien, pero en el ámbito escolar se deben establecer protocolos. No de censura, sino de advertencia y guía en su uso”, señala.
LA NECESIDAD DE UNIFICAR CRITERIOS
La docente subraya que el sistema educativo no puede depender únicamente del criterio individual de cada maestro. “Es imperativo establecer protocolos claros y consensuados que definan los objetivos y contenidos. Esto garantizaría que el abordaje pedagógico sea uniforme, respetuoso y acorde al contexto de cada comunidad educativa”, afirma.
Calvo considera que esta unificación de criterios no solo evita inconsistencias, sino que también brinda a los docentes herramientas sólidas para manejar temas sensibles. “Conocer al grupo, elegir el momento adecuado para abordar los contenidos y preparar al docente con sensibilidad especial son claves para que el proceso sea exitoso”, explica.
Aunque rechaza la censura, Calvo insiste en que los textos no deben ser la única herramienta pedagógica. “Estos libros pueden enriquecer el aprendizaje si se manejan con respeto y un acompañamiento adecuado.
Sin embargo, deben complementarse con la experiencia y el conocimiento de los docentes, que son quienes mejor entienden el contexto de cada aula”, argumenta.
La especialista también destaca la importancia de que los educadores adapten los temas según el momento del ciclo lectivo y la madurez de los alumnos. “Es fundamental que la planificación contemple las características del grupo”, agrega.
Calvo rechaza cualquier intento de censura y llama a abordar estos temas con apertura y responsabilidad. “La educación debe fomentar el pensamiento crítico y reflexivo. Prohibir o eliminar materiales atenta contra esta premisa”, reflexiona.
Para la docente, esta polémica pone de manifiesto la urgencia de establecer un criterio educativo claro que contemple la diversidad de realidades en las escuelas bonaerenses. “Es una oportunidad para reforzar la preparación docente, fomentar el diálogo con las familias y construir un modelo pedagógico que respete tanto los derechos como la integridad de los jóvenes”, concluye.