La película El Jockey,  dirigida por el talentoso cineasta argentino Luis Ortega, nos adentra en una historia cargada de simbolismo y misterio, donde la vida parece una obra de teatro en la que nada es lo que parece. Protagonizada por Nahuel Pérez Biscayart y Úrsula Corberó, este drama psicológico combina un enfoque visual fascinante con actuaciones profundas y una dirección sólida que explora los rincones más oscuros del ser humano.

Uno de los puntos más destacados de El Jockey es su fotografía exquisita. La ciudad de Buenos Aires cobra vida a través de tomas envolventes que capturan tanto la vastedad de los paisajes urbanos como la soledad del protagonista en su búsqueda de sí mismo. El director utiliza estos escenarios para potenciar la atmósfera de incertidumbre y transformación, creando una experiencia visual que refuerza el tono surrealista del film.

Las actuaciones de Nahuel Pérez Biscayart, quien interpreta a Remo, y Úrsula Corberó como Abril, aportan una gran carga emocional. Remo es un personaje complejo, un jockey atrapado entre el talento y la autodestrucción, cuya vida cambia drásticamente tras un accidente. Corberó, en un papel muy distinto a los que la han caracterizado, logra transmitir vulnerabilidad y fortaleza en igual medida, haciendo que su personaje complemente a la perfección la trayectoria de Remo.

La dirección de Ortega brilla por su capacidad de fusionar la narrativa con el estilo visual, llevando al espectador por una trama llena de giros inesperados y un ritmo que, aunque desconcertante, mantiene la atención y provoca reflexión. La película, presentada en el Festival de Venecia, también ha sido elogiada por su capacidad de plantear preguntas filosóficas sobre la identidad y la libertad personal, desdibujando las fronteras entre realidad y fantasía.

En resumen, El Jockey es una obra que destaca por su potente estética visual, grandes actuaciones y una dirección que desafía las convenciones narrativas tradicionales.