

En un año donde se multiplican los discursos negacionistas y de odio, la Marcha fue una mezcla de alegría y resistencia, con miles de personas que celebraron y defendieron sus derechos. A través del baile, los abrazos y el disfrute, también plantearon acciones en respuesta a un gobierno que busca retrocesos: desde la eliminación del Ministerio de las Mujeres hasta el desmantelamiento del INADI y el recorte del Cupo Laboral Travesti-Trans.
En esta ocasión, la Marcha del Orgullo se realizó sin financiamiento del gobierno nacional. Días antes del evento, diplomáticos de 30 embajadas, entre ellas las de Estados Unidos y de la Unión Europea, hicieron un llamado para proteger los derechos de la comunidad LGBT+ en Argentina.
En las entrevistas realizadas a personas que asistieron a la marcha, surgieron diversas críticas al gobierno nacional. "Aunque algunos prefieren no admitirlo, la marcha se da en un contexto con un gobierno de ultraderecha que muestra abiertamente el desprecio hacia lesbianas, gays, bisexuales, travestis, trans, intersexuales y queer. Esto no solo se refleja en sus discursos, sino también en hechos, como la eliminación o el desfinanciamiento de varios organismos," expresó Tiel Rodríguez, activista travesti trans de la comunidad argentina.
La jornada incluyó un emotivo “Pañuelazo contra el negacionismo”, en el que participó Taty Almeida de Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora, junto a otros organismos de derechos humanos. Desde su silla de ruedas, Taty alentó a la multitud con palabras de unión y resistencia: “Es tan importante que sigamos haciendo esta marcha cada año. Hay que demostrarle a Milei y compañía que no nos han vencido. Que estamos todes unidos”. Entre aplausos y pañuelos blancos en alto, recordó que “la lucha no termina" y alentó a no rendirse: “¡No bajen los brazos! Recuerden lo que Madres y Abuelas decimos hace décadas. La única lucha que se pierde es la que se abandona”.
La Marcha del Orgullo 2024 no solo fue una celebración, sino una reafirmación de que el amor y la unidad son fuerzas que resisten ante cualquier intento de opresión. En tiempos de retrocesos y amenazas, la comunidad se mostró firme, con una convicción que va más allá de los derechos individuales; se trata de un amor colectivo que abraza a quienes, a pesar del miedo y la incertidumbre, siguen caminando juntos. Como dijo Taty Almeida, “la lucha no termina”, y cada paso en estas marchas es un acto de esperanza y de fe en un futuro más libre y justo para todos.