Estos son los relatos que lo mencionan:
Naturaleza urbana
El primero en notarlo fue un conductor del 50 que recién arrancaba su recorrido: «Clavé los frenos y di marcha atrás, no podía ser que no estuviera». El 10 de junio de 2023, el obelisco desapareció de Buenos Aires. Hubo un único testigo, un borrachín trasnochado que declaró haber visto un platillo volador que lo destruía y aspiraba los escombros. Nadie le creyó. El Gobierno de la Ciudad lanzó una encuesta para decidir con qué monumento lo reemplazarían. Pero esa misma primavera, una punta de cemento comenzó a asomar. Un nuevo obelisco brotaba en la 9 de Julio.
Evelyn Spalding, 47 años, Flores.
Calles
Hasta los dieciocho viví en Retiro cerca de la calle Arroyo, una de las más lindas aunque en subida cuesta y más con una madre con úlceras. Comprar ropa por Santa Fe era un paseo divino, excepto el día del humo: no fue una caldera, sino una bomba. Nunca crucé la 9 de Julio, siempre la corrí. Nos fuimos a Palermo sobre Paraguay, que es mejor hacia el lado de Arenales. Con él empezamos en Juncal, pero formalizamos en Barrancas. Ahí nació el primero, tuve mastitis. Pisamos Aráoz una semana antes de parirla, lo elegimos por el jazmín celeste.
Milagros Senders, 40 años, Palermo.
El saca pelusas
Durante seis años, de lunes a viernes, la marea de gente saliendo de Diagonal Norte me arrastraba, como una ola, por la calle Florida y me dejaba en la orilla de Perón. Los anuncios de los vendedores ambulantes hacían las veces del ruido de ese mar. El hombre de las medias, el lustrador de zapatos y la chica del saca pelusas parecían invisibles para nosotros. A esta última un día no la escuché más. Tres años más tarde la encontré en la estación 9 de Julio, tuve ganas de decirle que noté su ausencia aunque ella no supiera quién era.
Romina Agejas, 42 años, Belgrano.
Arial 12
Todas las noches la veía al tomar el subte; siempre de pie, en la estación 9 de Julio. Un esbozo de sonrisa era su respuesta a mis «buenas noches». Parecía que esperaba a alguien, por lo que nunca pronuncié algo más. Las últimas dos semanas la vi, a doscientos metros de la estación, caminando en dirección opuesta. Ahora, todas las noches la veo al tomar el subte, en la estación 9 de Julio. Sé que se llama Florencia. Pero no me gusta la tipografía que usaron para colocar «PERDIDA» sobre su cabeza.
Anabel Obari, 27 años, Flores.
Estos relatos forman parte del archivo de cuentos breves que, desde hace tres años, Buenos Aires en 100 Palabras viene construyendo una memoria literaria colectiva de la Ciudad. Puedes descargar estos cuentos acá.
Sobre el concurso Buenos Aires en 100 Palabras
Cada participante puede enviar un máximo de 5 escritos a través de la web: www.buenosairesen100palabras.com y podrán participar hasta este lunes 14 de julio (No habrá prórroga). El premio mayor es de 1.000 dólares para la categoría general, 500 dólares para el Premio al Talento Joven (para menores de 18 años) y diplomas para tres Menciones Honrosas. El concurso es presentado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y Fundación Plagio.
El jurado de esta tercera edición de Buenos Aires en 100 Palabras está compuesto por las destacadas escritoras Camila Fabbri y Magalí Etchebarne, junto a la autora chilena y directora ejecutiva de Fundación Plagio, Carmen García Palma.
Para conocer más detalles del concurso, puedes revisar el Instagram del concurso @Buenosairesen100Palabras y la web www.buenosairesen100palabras.com
El pasado viernes 4 de julio, la librería Eterna Cadencia se llenó de cuentos breves, voces nuevas y escucha atenta. El Micrófono Abierto de Buenos Aires en 100 Palabras fue una celebración compartida de la escritura y la ciudad: se leyeron relatos de hasta 100 palabras escritos especialmente para esta edición y también cuentos de años anteriores, leídos por sus autores y autoras.
El evento fue gratuito y abierto a toda persona con ganas de leer o escuchar. Una noche íntima y cálida en la que se construyó comunidad a través de las palabras.